Emociones: Miedo

El Miedo es una emoción básica imprescindible. Es la que garantizó nuestra supervivencia al defendernos de las amenazas y la única responsable de nuestra seguridad.

Con el miedo detectamos amenazas, además de manipulaciones, acosos o posibles invasiones. Y con ella ponemos límites, para sentirnos seguros.

Podemos decir, que esa amenaza, a la que hemos de poner límites, es la antesala de un mal mayor. El miedo nos trae el mensaje para que nos demos cuenta de esos riesgos, para cerrarnos y ponernos a salvo. Y así evitamos pérdidas y conflictos futuros.

Por ejemplo, ante una persona manipuladora (jefe, pareja, hijos, padres…) hemos de mantener la calma, poner límites claros, decir NO con firmeza y defender nuestra posición.

Hemos de expresar nuestra opinión, hacer que nos escuche y conseguir que nos respete. 

Si no ponemos límites a tiempo, luego no deberíamos quejarnos y culpabilizar a otros de nuestros problemas.

“Atreverse a establecer límites se trata de tener el valor de amarnos a nosotros mismos, incluso cuando corremos el riesgo de decepcionar a otros”

Brene de Brown

Pero si la percepción de miedo no corresponde con un peligro real, si es irracional o imaginado, el sistema nos puede bloquear o paralizar en la toma de decisiones que nos podrían resultar beneficiosas.

Esto suele pasar cuando intentamos hacer cosas nuevas, saliendo de nuestras rutinas y “zona de confort”, donde la amígdala (junto con el hipocampo) ve una situación nueva y la identifica como peligrosa, ya que al cerebro no le gusta lo nuevo y que salgas de tus rutinas, aunque sea para mejorar (como dice el refrán: “Más vale lo malo conocido…”)

Algunos de esos falsos miedos:

  • La impotencia:

Cuando en una situación en que hemos de sentir tristeza sentimos falso miedo. Es decir, cuando hemos tenido una pérdida, la emoción sana es la tristeza, que nos permite detectar una posible solución. Pero nos enfocamos de forma negativa, ese falso miedo nos atenaza y lo damos todo por perdido, sintiéndonos “impotentes”.

  • El apocamiento:

Cuando sentimos falso miedo en vez de rabia. Suele pasar cuando no reaccionamos ante la gente que nos miente, nos engaña o manipula; nos empequeñecemos en vez de manifestar una rabia sana. Esta disfunción se suele reflejar en afecciones de la piel (alergias, eccemas, psoriasis…) y si es muy frecuente puede llevar a sufrir enfermedades neurológicas.

  • La cobardía:

Cuando no creemos en nosotros mismos, ante una situación nueva que nos supera, nos agarramos al falso miedo en vez de apostar con orgullo por lo bueno que tenemos. También podemos degradar a otros por no creer en nosotros mismos, poniéndonos por encima de ellos abusando del poder que tengamos; dando imagen de personas fuertes pero cobardes en el fondo.

  • La desconfianza:

Es miedo a la entrega. Perdemos la oportunidad de amar o compartir una amistad por un falso miedo a entregarnos a esa relación.

  • La adversidad:

En una situación favorable, que hemos de disfrutar con alegría, empezamos a imaginar desastres.

Como conclusión diremos que es muy importante analizar si el miedo que sientes se debe a una amenaza existente. Si es así, establece límites y te sentirás más seguro/a. Si no hay amenaza, presta atención a la situación y cambia a la emoción adecuada. No te bloquees, céntrate en lo que puedes ganar y no en lo que puedes perder.

Y QUE EL FALSO MIEDO NO TE IMPIDA LOGRAR TUS SUEÑOS

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.ACEPTAR

Aviso de cookies