El cambio de hora altera nuestros ritmos circadianos, que son los que regulan los cambios físicos y mentales durante un ciclo de 24 horas, debido especialmente a la influencia de la luz solar.
En consecuencia, afecta directamente a la producción de la hormona Melatonina, que es la que regula el ciclo sueño-vigilia. Cuando hay luz los niveles de melatonina son bajos, mientras que los de cortisol están altos, activando el sistema nervioso simpático para que estemos en alerta (vigilia). Mientras que con la oscuridad se reduce el cortisol y se aumenta la segregación de melatonina, activando en este caso el sistema nervioso parasimpático que ayuda a la relajación que, a la postre, nos induce al sueño.